El_Tano Publicado 14 de Enero del 2013 Reportar Share Publicado 14 de Enero del 2013 En noviembre de 1999, apenas unas horas después de que su hija de un año muriera asesinada a golpes, Alejandro Amitrano se escapó de Mendoza a toda velocidad en un lujoso Porsche. Durante los trece años que siguieron logró mantenerse prófugo de la Justicia, un tiempo en Brasil, otro en Bolvia y el resto en seis provincias argentinas . Pero hace apenas unos días, con un aspecto totalmente diferente, este hombre –ya de 39 años– volvió a la capital mendocina en un Renault Sandero. Iba esposado y acompañado por tres agentes de la Policía local, que lo detuvieron en Entre Ríos y lo entregaron a la Justicia. En las doce horas que duró el viaje en auto desde Paraná a Mendoza, Amitrano se quebró y les contó a los policías detalles de su vida en la clandestinidad, que comenzó cuando se convirtió en el principal sospechoso del asesinato de su hija. En aquellos días de fines de noviembre de 1999, envió un video a un canal de TV mendocino donde daba su versión de la muerte de su hija Rosario Belén, juraba que era inocente y aseguraba que las pruebas que había en su contra estaban fraguadas. Inmediatamente, con la ayuda de su padre –que en ese momento era directivo de una importante empresa y que falleció hace tres meses– escapó a San Luis en el Porsche. Apenas unos días después, su esposa, Cecilia Cousau –con la que aún hoy está casado legalmente– fue detenida. La mujer estuvo tras las rejas un año y medio. Luego fue enjuiciada por el delito de “abandono de persona seguido de muerte agravado por el vínculo”, pero en abril de 2001 la Quinta Cámara del Crimen la absolvió por el beneficio de la duda y quedó libre (ver El atroz...). Mientras, en San Luis, Amitrano vivió solo, en una precaria casa. Varias veces agentes mendocinos fueron a buscarlo a territorio puntano, pero él siempre desaparecía antes de ser atrapado . Pronto comenzó a usar su segundo nombre y su apellido materno, Gabriel González, y transformó el Amitrano en Altamirano. Sin más identificación que un carné de una mutual, siguió su fuga por Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Chaco, Bolivia y Brasil. Mientras se pedía su captura a Interpol , sus hábitos cambiaron. En Buenos Aires, por ejemplo, dejó de ir a la cancha a ver a Ferro por temor a ser descubierto, según contó a los policías. Esa idea se le cruzó por la cabeza luego de ver la película “El secreto de sus ojos”, donde al asesino de una mujer le juega una mala pasada su fanatismo por Racing y es arrestado en una tribuna del estadio de Huracán. Tras su largo periplo, Amitrano se instaló definitivamente en Paraná, Entre Ríos, hace algunos años. Allí, donde es conocido como “El Gringo” González Altamirano, formó una nueva familia. Se puso de novio con una mujer, Roxana, que hoy está embarazada de 8 meses y espera a su hijo para febrero . En Paraná, con ayuda de sus padres, puso un pequeño supermercado. Los vecinos aseguran que era cordial y que hasta fiaba la mercadería . A los que preguntaban, les decía que era de Buenos Aires. Y si bien intentaba no relacionarse mucho con desconocidos, su pasión por el fútbol podía más y jugaba de arquero en un equipo de veteranos. Incluso tras una pelea a piñas en un partido terminó en una comisaría . Por eso ahora se investiga si tenía un DNI falso . En su negocio de la calle O’Higgins fue detenido el lunes de la semana pasada por agentes entrerrianos y mendocinos, mientras sacaba la basura. “Alejandro”, le dijeron los efectivos, y en ese instante el prófugo supo que algo andaba mal , porque nadie lo llamaba por ese nombre en Paraná. Los investigadores llegaron a él gracias a un dato que aportó un policía retirado, que habría recibido una recompensa –no reconocida oficialmente– por parte del Ministerio de Seguridad de Mendoza. El ex agente “marcó” a la madre de Amitrano, que salió de viaje hacia Merlo (San Luis) y desde allí se dirigió a Entre Ríos. Gracias al dato, policías mendocinos siguieron a la mujer y vieron cómo saludaba afectuosamente al dueño del mercadito de Paraná . Ya no quedaron dudas y en pocas horas cayó “El Gringo”. En su primera noche preso en Paraná, intentó suicidarse en su celda ahorcándose con una sábana. Su madre llegó justo a visitarlo y lo evitó. Ahora pasa las horas en la penitenciaria de Almafuerte, aguardando el juicio que podría condenarlo a perpetuidad. Clarin.com 1 Enlace al comentario Compartir en otros sitios web More sharing options...
Alejo Publicado 14 de Enero del 2013 Reportar Share Publicado 14 de Enero del 2013 La verdad es increible 2 cosas, una que un tipo pueda moverse mas de 10 años entrando y saliendo del pais sin documentos, se ve claramente la falta de controles que tiene argentina en sus fronteras, pero por otro lado hay que agradecer a la gente de la policia que despues de tantos años aun les importo la causa y siguieron a la madre para encontrarlo. Enlace al comentario Compartir en otros sitios web More sharing options...
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