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Lo acusaron y arrestaron por intentar ayudar un hincha herido | Lucas Toledo


El_Tano

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El 29 de septiembre jugaron Almirante Brown y Aldosivi en Isidro Casanova y al finalizar el partido (fue 1-1) los hinchas visitantes emprendieron el viaje de vuelta a Mar de Plata por la Ruta 3 en tres micros. Al llegar al cruce con León Gallo, pleno barrio 20 de Junio y reducto de la fracción de barras de Almirante cuyos jefes tienen derecho de admisión, los micros fueron apedreados y baleados. Muchos testigos del ataque hablaron por entonces de una "zona liberada". Lo cierto es que las crónicas de ese día informaron de 2 heridos. Lo que no contaron fue la historia de Lucas Toledo, un joven de 27 años, remisero quien socorrió a un vecino herido y terminó preso en el penal de Magdalena imputado del delito de "tentativa de homicidio".

 

"Soy inocente. Sólo quise ayudar a ese chico. No sé por qué pasé por eso. Me gustaría que me dijeran", le cuenta Toledo a Clarín.com, hoy excarcelado pero aún imputado por la Justicia. Y relata lo que sucedió ese 29 de septiembre: "Salí para lavar el coche y siento mucho lío, gritos. Ahí se me acerca una familia vecina y me pide auxilio; me decían que el muchacho estaba muy herido, que le habían pegado y estaba desangrándose".

 

Toledo, de religión evangelista, enseguida cargó al herido –identificado por fuentes judiciales como Cristian Rivero- y a tres de sus hermanos en su Golf color champagne, y lo llevó al hospital Paroissien. Luego, regresó a su casa. "Cuando llego me intercepta la policía diciéndome que me quede quieto, que yo sé algo, me preguntaban dónde estaban las armas", relata. Dos oficiales lo registraron y lo hicieron subir a su auto para ir a la comisaría 1ª de Casanova, mientras un tercer agente los seguía en el vehículo particular en el que habían llegado.

 

"Me dijeron que me llevaban a declarar. Yo presumía que era por el chico herido. Pero después me sacaron los celulares, y no entendía nada porque era la primera vez que iba a una comisaría. Quería colaborar, entonces ellos me pedían las cosas y se las daba. Y me quedé en la celda, esperando", cuenta Toledo, al que luego lo fotografiaron de frente y perfil y le pidieron "que firme un acta. Y me vi en todo este lío del que me acusan", recuerda.

 

 

El mismo día de la detención, lo trasladaron a la comisaría del Mercado Central y allí se enteró que tenía una carátula de tentativa de homicidio. Rivero, el herido, también fue detenido e imputado bajo el mismo delito por quien en ese entonces era el fiscal del caso, Guillermo Rafaniello. Tras un día y medio en el Mercado Central, a ambos los trasladaron al penal de Magdalena.

 

"Fue lo peor", recuerda Toledo y se quiebra de la impotencia: "Pensé que me iba a morir, lo cuento y no me gusta nada, quedé muy mal... Estuve 12, 13 días y aunque no me hicieron nada, tenía miedo. Cuando sonaba la reja, se me venía el mundo abajo porque no sabía si me iban a trasladar otra vez...".

 

La causa de Toledo pasó a la fiscalía de Delitos Complejos, a cargo del fiscal Marcos Borghi, quien le dio la excarcelación aunque aún no el sobreseimiento. "Me largaron a la una y media de la mañana. No te puedo explicar, tenía ganas de salir corriendo. Estaba mi familia afuera y no quería ni subirme al coche", revive con angustia.

 

Durante todo el proceso de detención, los familiares de Toledo marcharon por San Justo pidiendo Justicia. Hoy, la causa de la bataola en Ruta 3 y León Gallo aún está siendo investigada, como también su corolario en la rotonda de San Justo, cuando los hinchas de Aldosivi se pelearon con la policía porque querían volver a buscar a la gente que habían dejado rezagada, y terminaron demorando a 97 personas.

 

Mientras, fuentes judiciales confirmaron a Clarín.com que "no había elementos para detener a Toledo, no tiene antecedentes, hay 25 testimoniales que dicen que no fue el autor de los disparos y ni siquiera las víctimas pueden reconocer a quien los agredió".

 

Sin embargo, aunque todo se encamina a que quede sobreseído, Lucas Toledo quedó marcado: "Me quedó mucho miedo. Hoy no puedo dormir bien, suena una sirena y me vuelvo loco, no puedo estar encerrado pero a la vez quiero estar adentro, no puedo ver la puerta cerrada porque me da cosa, no puedo andar solo por la calle. No puedo manejar, menos trabajar... Si hacés algo sabés la que te espera, pero yo solamente ayudé a un vecino herido. No me merecía pasar por tanto".

 

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