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Vivir junto a la Autopista | La falta de respuestas a la Contaminacion sonora


El_Tano

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Pedro Barragán no puede dormir por el ruido de la Autopista 25 de Mayo.

 

Y no es de ahora. Hace años que el barullo del tránsito le sacó el sueño. Cansado de tener que gritar para que lo escuchen en su propia casa, en 2001 Barragán solicitó un amparo a través de la Defensoría del Pueblo y lo reforzó con un amparo judicial a través de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales. Pero eso fue hace 11 años y todavía no consiguió que la empresa AUSA, a cargo de las autopistas urbanas, solucione el problema. “El artículo 26 de la Constitución de la Ciudad establece que toda persona tiene derecho a gozar de un ambiente sano. Lo único que pedimos es que se cumpla la Constitución”, reclama Barragán, y solicita que se coloquen barreras sonoras en la autopista .

 

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Los especialistas aseguran que un ruido constante por encima de los 90 decibeles, durante 8 horas, produce daño auditivo.

 

El nivel de ruido se considera “doloroso” cuando llega a los 140 decibles, como sucede en las pistas de los aeropuertos. Y produce sordera irreversible a los 180 decibeles.

 

Según Barragán, el ruido que soporta en su departamento en las horas pico, entre las 10 de la mañana y las 13 y a la tarde, desde las 17 en adelante, es insoportable . En el juicio que entabló para proteger su calidad de vida, se asegura que las molestias sonoras alcanzan los 94 decibeles . La Organización Mundial de la Salud indica que para tener un buen descanso el ruido no debe superar los 30 decibeles, pero en la casa de Barragán, a las 6 de la mañana empieza el concierto de motores: más de 400 mil autos transitan hoy la autopista.

 

Barragán compró su departamento en Luis Sáenz Peña al 1.200 cuando la autopista no existía.

 

Pudo ver como, poco a poco, y a medida que el tránsito aumentaba, los escasos cincuenta metros que lo separan de la 25 de Mayo , se convirtieron en la principal causa de su falta de sueño nocturno, irritabilidad, agotamiento de su capacidad auditiva y fuente de muchos conflictos familiares. “La sensación es la de tener el oído ocupado permanentemente –asegura–, y el volumen de la tele siempre está al máximo para escuchar algo”.

 

En su peregrinaje por Tribunales, Barragán fue acompañado por decenas de vecinos que sufren lo mismo. Ganó el juicio en primera y segunda instancia. A pesar de eso, la empresa que se encarga del mantenimiento y explotación de las autopistas no construye la barrera sonora que le pide la Justicia.

 

“Existen miles de chicanas legales. Dijeron que la licitación para construirlas no prosperó, que no se podía hacer, y ahora que no tienen plata”, señala Barragán. A lo largo de sus 9,5 km, la 25 de Mayo afecta la calidad ambiental de otros miles de porteños .

 

Las barreras de sonido son paredes que se instalan a lo largo de la traza para evitar que los ruidos lleguen a los vecinos. Son muy comunes en todas partes del mundo. Inclusive en lugares en los que los edificios no están tan cerca del tránsito, como pasa en Buenos Aires. Según los expertos, para el caso de la 25 de Mayo, estas paredes tendrían que tener unos 3 metros de alto . “Yo las vi en Estados Unidos, pueden ser de distintos tipos, con estructura metálica y revestidas con corcho, de vidrio o material. El asunto es que aplaquen el ruido”, señala Barragán. En los 32 años que tiene la 25 de Mayo, la situación sonora fue empeorando. Y los daños ambientales que sufren los vecinos también. Además, hay daños patrimoniales que nunca se tuvieron en cuenta. “El valor de mi propiedad es un 50% menor de una igual, ubicada lejos de la autopista” , afirma Barragán.

 

El plan de autopistas urbanas fue llevado adelante por el Brigadier Osvaldo Cacciatore mientras fue intendente de la Ciudad por delegación del gobierno militar. Su estrategia se basó en conectar el centro de la Ciudad con la periferia. Para eso, mandó a demoler la parte central de una centena de manzanas, sin tener en cuenta la proximidad a la que quedaron de la autopista los edificios remanentes. Ni el daño patrimonial y ambiental que produjo su proyecto. Eran los tiempos de un urbanismo autoritario, cuyos costos seguimos pagando todos los días.

 

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