Alejo Publicado 15 de Abril del 2012 Reportar Share Publicado 15 de Abril del 2012 En muy pocas palabras, Ready Player One es sobre un futuro cercano, a la mitad del Siglo XXI, distópico, donde una post-Internet llamada OASIS, híbrido entre MMORPG (Massively Multiplayer Online Role-Playing Games) y realidad virtual avanzada, conecta cada aspecto posible de la vida social y personal del planeta. Donde el héroe es un joven que narra para nosotros su epopeya geek: hacerse del primer lugar en el videojuego de videojuegos, el mayor de la historia, para ello tendrá que aprovechar las toneladas de datos coleccionados en su cabeza, con referencias cruzadas, claro, más sus habilidades extraordinarias como gamer. La épica de Ready Player One tiene dos ejes temáticos: la cultura pop de los años 70 y 80, y sus videojuegos. Por lo que la novela funciona como un homenaje enorme a esas épocas, prácticamente en cada página mediante referencias musicales, televisivas y fílmicas: alimento delicioso para geeks, tanto tradicional por Ghostbusters y Back to the Future, como casi-friki por Supaidāman, el live action japonés de Spider-Man, Asimismo, la novela se erige como un monumento dedicado a la primera generación de videojuegos. En particular, a la psiqué del gamer, lo mismo lista para resolver laberintos lógicos que para luchar en batallas descarnadas, un motor sin descanso programado para llegar al final, descartando de paso la “realidad real” a cambio de una “realidad virtual”. Un homenaje sentido a los primeros videojuegos y sus creadores, las aventuras narradas por hackers de 8 y 16 bits, de acertijos, trofeos y huevos de pascua. Los millones que crecimos asombrados con Mazinger Z, soñamos despiertos con una consola Atari, vibramos con Indiana Jones, sabemos que esa década extrafalaria de los 80 no volverá porque no volverá la misma inocencia. Ni por la oleada de retro-nostalgia comercializada que nos invade y de la que, en varios sentidos, Ready Player One es parte. Sin embargo, debo decirlo, es una gran novela para amenizar la memoria, nuestras memorias. Ernest Cline escribió Ready Player One como un geek declarado, dueño de un DeLorean, adicto a los datos, videojuegos, la ciencia ficción y la tecnología. No escribió una obra maestra. No experimentó con nuevas formas narrativas. Ni siquiera es una novela compleja. Pero supo tejer una historia emocionante, quizá deliberadamente spielberiana, y a pesar de ello de múltiples lecturas para el lector perspicaz, para el geek-come-datos-inútiles que nos encanta ser. Leer Ready Player One es concebir la vida, gamificada. Alt1040 Enlace al comentario Compartir en otros sitios web More sharing options...
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