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El bombero argentino que murio el 11 de septiembre


El_Tano

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Sergio quiso beberse la vida de un sorbo: apasionado por el fútbol y los ñoquis con salsa rosa, y fan de las canciones de Frank Sinatra, se anotó en la policía y trabajó en el temible precinto 46 del Bronx, la zona más violenta de la ciudad. Con el orgullo de no haber disparado jamás un solo tiro, lo ascendieron a detective y lo pasaron a la sensible división antinarcóticos. Lo hizo bien. Cuando le ofrecieron incorporarse a los bomberos, su mamá Delia respiró tranquila: ese trabajo sería más seguro.

 

Aún afónico por haber gritado los goles de Argentina contra Brasil seis días antes, el 11-S Sergio ya había terminado su turno cuando sonó la sirena. Llegó al WTC justo cuando el segundo avión con los terroristas embestía a la torre sur, y Delia –parada frente a su televisor– llamaba a su casa para preguntarle a Tanya si su novio estaba en casa. “Está volviendo”, le contestó. Pero no: se había ido al World Trade Center. Su cuerpo nunca fue hallado.

 

Meses más tarde, su colega y amigo Jonatan Kanovsky creó la Fundación Sergio Villanueva, dedicada a promover la educación y el fútbol entre los chicos de menores recursos. “En Estados Unidos ya entregamos unos 150.000 dólares en becas estudiantiles, y realizamos clínicas juveniles de fútbol para más de 4.000 chicos de todo el mundo”, le dice Jon a Clarín. “Recibimos donaciones de individuos y empresas. Hay unos treinta jugadores activos que participan de nuestras actividades, y otro amigo de Sergio –Joe Brosi– y yo nos ocupamos de las cuestiones administrativas”. Durante los viajes en los que promocionan la fundación, realizan clínicas de fútbol y jornadas educativas sobre el 11-S, Jonatan también consiguió que varios de los clubes más importantes del mundo –Roma, Liverpool, PSV Eindhoven– les regalaran sus camisetas estampadas con el número diez, el que usaba Sergio. “Nos encantaría viajar a Buenos Aires y realizar una clínica con Boca Juniors, para contarles a los argentinos la historia de Sergio”, se ilusiona Kanovsky.

 

“Sergio era una gran persona y un gran bombero. Aún hoy se nos acercan personas que vienen a contarnos historias desconocidas de él”, dice su amigo. Y se pone serio: “Los aniversarios del atentado son tiempos de introspectiva para mí: puedo recordar cada segundo de lo que viví el 11-S y los días posteriores. Las imágenes de ese tiempo reviven una y otra vez en mi memoria, y apenas puedo imaginar el dolor y la angustia que cada año vuelven a sentir quienes perdieron algún ser querido en el ataque.” La que sí sabe de eso es Delia Villanueva. Hace semanas que se alejó de Nueva York.

 

VIA: Clarin

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